En los tiempos de hoy donde rige la falta de tiempo y las exigencias, conciliar vida laboral y familiar es un reto para cualquier padre. La mayoría de las veces faltan horas al día para hacerlo todo, para pasar un momento en familia y más aún para ejercitarse juntos. Hacer una sesión de Yoga para todos en un ambiente relajado puede resultar una forma perfecta de compartir con los hijos una actividad física y fortalecer el vínculo afectivo.
La norteamericana Charity Grace LeBlanc, una moderna mamá asidua al deporte, ha demostrado que no solo es posible mantenerse en forma tras dar la luz sino que también complementar los beneficios del Yoga con su lado más maternal. Superada la dificultad inicial de mantener la concentración y conseguir la atención de los pequeños, LeBlanc está descubriendo poco a poco las ventajas saludables del Yoga familiar. «Mi hijo está aprendiendo a confiar en mí y mi hija está desarrollando grandes habilidades motoras, en el control de los músculos, para su edad», señala.
Marta Prada, autora del blog Pequefelicidad, encontró en las clases de Kundalini Yoga una herramienta ideal para rescatar su serenidad interior e integrar la paz en el proceso de formación de su hijo. “Los niños trabajan mucho sus emociones. Hablan de ellas, las expresan. También se trabaja mucho en el control del cuerpo a través de la mente con distintas posturas”, explica Prada al revelar que nunca imaginó ver a su pequeño tan activo e incansable practicando Yoga con tres años.
La sesión de Yoga para niños se desarrolla en forma de juego. Hay canciones, cuentos, dibujos y visualizaciones guiadas. Las posturas (asanas) planteadas les permiten expresarse al ritmo de la música y controlar su cuerpo. Hay ocasiones en que el padre o la madre mantiene la fuerza, la sujeción y la base, mientras en otros momentos ambos tienen que tener en cuenta al otro para lograr el equilibrio y trabajar la confianza.
Beneficios
Cuando realizado en conjunto con los padres, el Yoga favorece la comunicación emocional, trabaja el autoconocimiento y la empatía. Además, mejora la coordinación y sincronización, tanto física como neuronal. Si estás embarazada, se recomienda la práctica del Yoga a partir del tercer mes de embarazo. Si acabas de dar a luz, el consejo de los expertos es que empieces clases a partir de la semana 8 para asegurar una correcta recuperación física después del parto. De todas formas, si nunca has probado Yoga, antes de practicarlo en familia se recomienda acudir a un centro donde un instructor acreditado podrá guiarte y orientarte.
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